Un invisible y desconocido virus, escondido dentro de las gotitas de saliva, flota por el aíre y se cuela por las rendijas. Un amigo mío que, para más señas, es exiliado guineo ecuatoriano en España, me cuenta que su presidente, el tirano Teodoro Obiang y un selecto séquito han sido autorizados a cruzar el espacio aéreo español para que puedan ser tratados en un hospital de Madrid lo que en su país es imposible.
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