MIS REFLEXIONES DE DOMINGO. N°CLXIII.
Hace muchísimo tiempo que los militares dejaron de inmiscuirse en los asuntos políticos de la nación en Europa, buena parte de Asia (Japón, Corea del Sur, Singapur, etc) y en América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México); atrás quedaron los tiempos donde los militares valientes conquistaban y fundaban imperios; ¿quién no se acuerda de Publio Cornelio Escipión, Cayo Marius, Lucio Cornelio Sila Félix, Cayo Julio César, Julio César Germánico o Marco Antonio, generales romanos que hicieron que Roma fuese uno de los imperios más potentes y longevos de todos los tiempos; o Napoleón Bonaparte de Francia, Anibal Barca el cartaginés, Alejandra Magno de Babilonia, los ingleses Wellington y Lawrence, etc, etc; atrás quedaron los tiempos en los que el único lenguaje diplomático que se hablaba en el mundo era bélico y las únicas armas empleadas para 'impartir' justicia era la violencia (las guerras); los que estaban mejor preparados, adiestrados y dotados física y estratégicamente iban por el mundo conquistando y expropiando las posesiones de los pueblos conquistados, así surgieron los imperios. Después triunfó en esos continentes y países el uso de la razón y el convencimiento de que los asuntos políticos tenían que ser tratados y ocupados por los políticos, civiles capacitados, cuerdos, elegidos democráticamente mientras que los ejércitos, los militares quedaban al servicio del Estado, de los gobiernos elegidos y tenían que acatar y someterse al ordenamiento jurídico, garantizar la seguridad nacional y de las personas, hacer cumplir y cumplir las leyes recurriendo a la fuerza si fuera necesaria; esto es lo que llamamos hoy Estados Democráticos.
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