La grandeza de los exiliados reside en que quieren volver a casa sin echar a nadie. Ellos saben que tuvieron que huir de un calamitoso infierno para poder desarrollar un mínimo proyecto vital que en Guinea Ecuatorial les era imposible.
África no termina de levantar cabeza y está meridianamente claro que no es por culpa de los hombres y mujeres que pueblan el continente sino por como se está gestionando a manos de auténticos cafres, analfabetos e incompetentes hombres de Estado. En Guinea Ecuatorial, cuando la independencia, los nuevos amos negros acabaron con la vida de miles de personas que tenían la formación suficiente y las ganas necesarias para haber hecho del país un modelo de prosperidad y calidad de vida inexistente a día de hoy.
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