No cabe duda que vivimos momentos cruciales para el futuro de Guinea Ecuatorial. Aquí está en juego nada mas y nada menos que nuestro futuro en democracia y con ella nuestra libertad y el desarrollo económico duradero, también para las generaciones futuras.
La dictadura ha llegado a un punto en que le es imposible su continuidad. El caduco régimen del octogenario sátrapa que ha agotado todas sus artimañas para embaucar a la población, ha quedado desnudo ante su pueblo y con todas sus vergüenzas al aire. Obiang ahora está siendo percibido por los guineanos como lo que es: un corrupto y sanguinario dictador, único causante de toda la tragedia que ha vivido y sigue viviendo nuestro pueblo.
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