No se puede entender fácilmente, en pleno siglo XXI, que la llegada de un mandatario a una determinada zona de su país para dar un mitin, pueda llevar acareado la paralización total de una ciudad, como en el caso de Bata. No se puede decretar sobre la marcha y para este asunto, un día festivo total, con cierre de comercios, colegios, mercados y del resto de la actividad, para que todos los “súbditos” acudan a oír las últimas chorradas (“sabias orientaciones del dictador”) de un decrépito dictador . Mas bien nos parece un escenario propio de la Roma de los emperadores o el de la actual Norcorea de Kim Jong-un.
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