Desafiando a la lluvia y a pesar de las grandes dificultades que nos impone el ignominioso exilio que padecemos, allí estábamos un grupo de exiliados frente a la embajada (la Cueva -de ladrones-) de Obiang Nguema en Madrid, para unirnos a los taxistas de Malabo, que luchan por sus derechos.
No nos desalienta el que muchos no hayan podido, o querido, asistir a esta manifestación. Era nuestro deber hacernos ver en la puerta de la embajada, para decirle a Obiang Nguema y a su putrefacto régimen, que nosotros vamos a dar la cara, una y otra vez, para defender nuestro pueblo que está sufriendo, porque unos canallas quieren seguir manteniendo la dictadura.
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