Al anochecer, en esta tarde otoñal que parece como si hubiera resucitado el lejano verano y mirando al cielo, mi compañero de tertulias y charlas de terraza me dice que todos los hombres nacemos iguales ante Dios pero y ahí es donde está el quid de la cuestión: “unos más iguales que otros” y nos echamos a reír por lo obvio del comentario.
Hoy, celebramos el cumpleaños de un buen amigo; una de esas personas de corazón limpio y resistente como un diamante. Hijo de Dios, como cualquier persona pero al que la vida le ha asignado un sitio difícil y turbulento como es el vivir fuera de su tierra y lejos de sus raíces. Severo Moto, carismático político en el exilio, disidente y tajante con la tiranía que campa a sus anchas por la que es su Patria, Guinea Ecuatorial, celebra su cumpleaños en compañía de familiares y amigos con la esperanza de volver a sentirse libre en su propia tierra.