Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
Hace 53 años, el 12 de octubre de 1968, se rompieron los lazos de Guinea Ecuatorial con España. Lo que pudo ser una historia cargada de esperanza se torno amarga y el relevo fue más catastrófico que lo que cabía esperar. El recién nombrado presidente, Francisco Macías, se ensañó con los españoles, pero también con los propios guineanos. Ejerció el poder más despóticamente que el peor de los Gobernadores Generales en época colonial y sumió al pueblo en una espiral de decadencia que se consumía a sí misma. Desde entonces, una pesadilla cargada de complejos y mal digeridos sentimientos de independencia han hecho de nuestro país un lugar extraño donde el violento, el egoísta y analfabeto manda sobre un pueblo sencillo, empobrecido y desamparado que sobrevive como puede.
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